Botel

Todo parte de su intención de poder recorrer el mar Adriático con más facilidad e independencia. La gran cantidad de islas y su naturaleza inaccesible hacen que Ivan Filipovic encuentre en la arquitectura navegable el punto de partida para diseñar su Botel. La funcionalidad de tal empresa conduce al hotel flotante a localizaciones remotas o a ser amarrado a un muelle, o anclado en cualquier bahía o ensenada. 


Un gran volumen central se rodea de hasta 22 pequeños módulos habitacionales, desmontables todos para echarse al agua y, una vez separados del cuerpo principal, navegar con autonomía propia. Cada seno se carga de energía solar fotovoltaica y está provisto de tecnología avanzada pero de fácil manejo, así como de sistemas GPS de control remoto. En cualquier momento, el huésped convertido en improvisado capitán de su propia suite puede hacer regresar a la unidad flotante introduciendo un sencillo comando. 



Además de las habitaciones, el hotel-barco ofrece también otros servicios como en cualquier hospedaje al uso: restaurante, bar y cafetería. No falta la zona de recepción y cuenta incluso con cuartos de baño para personas con movilidad reducida. Todo rodeado por la cubierta, desde donde se accede a los "módulos de sueño". En el lobby, una escalera sube hasta la cubierta superior, una terraza con solárium, piscina, vestuarios y un nightclub con plataforma elevada, la pista de baile del botel.